domingo, 20 de febrero de 2011

¿México vs China?

Recopilado por Georgina Mendoza

Los últimos años se ha vuelto algo común entre los empresarios mexicanos quejarse amargamente de la “incontenible y desleal” competencia china y aseguran que no pueden hacerle frente porque está basada en subsidios gubernamentales y mano de obra casi esclava, factores que han permitido a la nación asiática reducir costos de producción y atrapar inversiones que antes captaba México.
Sin embargo expertos calificados dicen que tanto funcionarios como empresarios, están equivocados.
La mano de obra china puede ser hasta 10 veces más barata que la mexicana, pero esa no es la razón principal que convirtió al país asiático en el primer receptor de inversión foránea en el mundo.

La estrategia china se concentra en metas bien definidas a 15, 25 y 50 años para 5 Zonas Económicas Especiales (ZEE) y 47 en “desarrollo económico y tecnológico” establecidas en el litoral del Pacífico, cada una con actividad económica distinta, de tal manera que se complementan sin competir entre sí.
En 1990 el gobierno chino creó 13 zonas francas, la mayoría situadas cerca o dentro de las ZEE. Ahí se permite importar y exportar sin pagar impuestos, lo que resulta ideal para las operaciones de procesado, ensamblaje y almacenamiento de productos destinados a venderse en China.
Entre los incentivos chinos figura la creciente oferta de insumos nacionales de mejor calidad y precio que los importados, la posibilidad de importar rápidamente los que el país no produce, la disponibilidad en el mercado local de tecnología de punta y la oferta de trabajadores cada vez mejor capacitados y deseosos de adaptarse a condiciones de producción más complejas.
Gracias a multimillonarias inversiones en educación y tecnología, el país asiático está convirtiéndose en producto de mercancía de alta complejidad, desde cámaras digitales hasta microprocesadores y equipos para redes de telecomunicaciones, en sociedad con empresas como Siemens, Nokia, General Electric, Philips, Honda, Motorola y muchas más.
En contraste, México no tiene para cuándo implantar las reformas estructurales que requiere nuestra economía.
En lugar de quejarse ante la competencia china, empresarios, autoridades y académicos mexicanos deben impulsar medidas para incrementar la productividad, atraer más inversiones extranjeras y fortalecer nuestra competitividad.
Los costos de producción en México se multiplican por la tramitología. Por ejemplo, las empresas exportadoras deben darse de alta en el padrón de importadores y exportadores, el proceso dura de uno a 6 meses y es requisito figurar en el padrón para gozar de ciertos incentivos fiscales.
Invertir en México es caro por la falta de infraestructura de transporte, la escasez de energía y agua, la dificultad para encontrar trabajadores calificados, la maraña de trámites burocráticos, las frecuentes violaciones al estado de derecho y las pocas garantías a la propiedad privada.
La política industrial mexicana debe programarse a largo plazo e incluir el combate a la tramitología y que los políticos deben entender la urgencia de una reforma hacendaria con incentivos fiscales para fomentar la reinversión de ganancias.
Las empresas mexicanas deben modernizar sus operaciones desde el manejo de inventarios hasta la mercadotecnia de sus productos, pasando por la inversión en capital humano, investigación y tecnología. Hay que adoptar y adaptar nuevas tecnologías, como hace China, para emprender la producción de bienes con valor agregado cada vez mayor. Y el gobierno, debe incentivar este proceso otorgando ventajas fiscales y financiamiento preferencial a los empresarios innovadores, no a los “cuates” ni a los quebrados.
En los últimos años la población de china ha tenido mejores ingresos, se reflejó en mayores compras de distingos productos, desde refrigeradores, televisores, computadoras, ropa y calzado de buena calidad, hasta teléfonos celulares, equipos electrónicos y automóviles. Muchos de esos productos con los cuales ni soñaban los padres de los chinos de hoy, son de manufactura local o tienen alto porcentaje de componentes chinos. Más que intimidar a los mexicanos, aquel gran salto debiera entusiasmarnos, porque el éxito económico de China la ha convertido en uno de los principales importadores del mundo en infinidad de rubros que México puede aprovechar mejor que nadie.
Quizá todavía no sabemos bien cuántos productos mexicanos, desde atún hasta refacciones para autos, camiones y tractores, desde aguacate y cerveza hasta tuberías y equipos para la industria petrolera, semillas y servicios de alta arquitectura e ingeniería civil podría absorber china en estos años. ¿Qué estamos esperando? ¿Qué nos lleve la chinada?

This is China




Un video con imagenes bellas e interesantes sobre China, su cultura y sus colores.